lunes, 7 de diciembre de 2009

El deseo como proceso

“Y conocerás el goce, por siempre renovado, de salir de ti
mismo para olvidarte en los otros.”

Charles Baudelaire

El adulto cree que comprender más del niño que el niño sobre el niño mismo. Para poder leerse, debido a su ineluctable prematuración, el niño agenciará las tristes herramientas de las que dispone el adulto. Se interpretará lo que de él se interpreta. No hay más que impersonalidad interpretante pues la formación social determinante ha sido impersonalizada durante su propia prematuración. De ahí que ser es ser otro, no sólo otro sino otros (cada otro es habitado por otros) y no sólo otros sino, como diría Deleuze, todos los hombres de la historia. El niño no es un reverbero - mamá o el eso - papá sino el reflejo de lo que reflejan papá y mamá que por cierto no son los abuelos sino las coagulaciones que la superestructura mundial e histórica impone a la infraestructura. Es éste el verdadero escenario: teatro de la crueldad en donde ya nadie es libre, donde no hay más que sujetos sujetados (decir sujetado ya es redundante, el sujeto se define por sujeción).
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Decimos entonces que el proceso de culturización consiste en bastardear el deseo, en referirles vástagos impropios. Las pasiones en la medida que se reprimen se detienen, tal es la afirmación a zanjar si entendemos el deseo como proceso. Si decimos “deseo” ya no podemos decir “deseado”; cuando hablamos de los deseado no hacemos más que proyectar lo conciente sobre lo inconciente sometiendo al deseo a una finalidad, a un sujeto, a un objeto y a una fuente: movimiento imaginario sólo conciente… el deseo se trata más bien a una fuerza constante, de una huída, una inespecificidad reordenándose, una intensidad, un flujo esquizo. Desear es esquizofrenizar, desterritorializar, descodificar. La poesía de Artaud, la música de Cage, la literatura de Burroughs, la obra de Duchamp, el cine de Soukaz, el teatro de Ionesco. La potencia deseante nunca termina de adaptarse. “¿Cómo despotenciar?” se preguntó el psiquiatra.
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Para despontenciar el deseo se le suelda un asidero: la representación, cuyo deber es inocular esencia, forzar coordenadas que antes no estaban allí, hacer del deseo lo deseado. Deleuze y Guattari insisten: “Toda representación es represión”. Tomemos a Edipo como ejemplo. Edipo mismo antes de ser reprimido ha sido represor en el sentido en que viene a detener un proceso desiderativo y plantar su bandera, Edipo detiene la circulación y la vuelve hacia la familia. Edipo ha territorializado, ha hecho suya una tierra (que no era tierra) sobre la que ahora posa. El niño se acuesta con la madre pero sigue viaje, es el psicoanálisis quien lo detiene y lo devuelve al útero. El exegeta le exige al inconciente una razón que éste no guarda: le exige expresión, sintagma, significante, estructura, representación, teatro, cuando en el inconciente sólo descansan máquinas que no descansan. Inconciente fabril. La representación detiene el deseo, fija y reduce la potencia a la estructura reduce la posibilidad de ser a la psicosis, neurosis o perversión, a Edipo, a la castración; la representación hace creer, hace sentir, hace hacer… hace sujeto. No nos equivocamos si entendemos al lenguaje como primer dispositivo encargado de socratizar. Hablar de represión o de representación es ya lo mismo. Mientras el psicoanalista exija un inconciente representacional, edipize y castre no dejará de servir como la coagulación de lo que pasa, el anudamiento del flujo, la estasis del proceso, la terminal del viaje.
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¿Cómo comienza la historia del esquizo entonces? Decreta Sollers: “la naturaleza es un fantasma de la cultura”… Cortázar a propósito dirá: “los caballos no ladran y si un caballo ladrase no nos enteraríamos porque los caballos no ladran”. Aquí comienza el problema del esquizo cuya producción deseante no deja de desterritorializar, justo como sucede en todos nosotros “los normales”. El loco, en efecto, escucha ladrar al caballo. Pues bien, el no puede concebir sino un caballo ladrador desde donde está parado, las tierras que frecuentan este maravilloso ser son muy otras que las de nosotros, tristes normales. La diferencia es tan sólo de fuerzas, ni más ni menos… no hay verdad y fiasco, esencia y apariencia, número y fenómeno, real e imaginario, sustancia y accidente. Se trata de diferentes fijaciones de potencia, diferentes composiciones de fuerzas, diferentes relaciones de flujos y contraflujos, de movimientos y contramovimientos. El psiquiatra que no es el único que encarna los contraflujos y contramovimientos, sabe bien que su tarea reside en el cómo y el cuándo detener el proceso, cómo operara sobre el flujo esquizoide, cómo hacer del flujo un fluxión, para ello sus nosologías. El psiquiatra, mediocre empleado del capitalista, junto al psicoanalista, no hacen más que sujetar “¿Cómo despotenciar?”.
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¿Cómo continúa la historia? En una película de Jan Svankmajer, “Insania”, se puede ver la autoperpetuación de la institución psiquiátrica. El manicomio reverbera en la sociedad y viceversa y transversa. El sentido común está provisto de taxonomías, de nosologías introyectadas por el discurso psiquiátrico. El psiquiatra (autorizado en su dominio) produce verdad; hace hacer cuando decreta “he aquí el loco, aquí sus caracteres, su sintomatología, su locura… he aquí la salud, aquí sus caracteres, sus conductas, su pensamiento… su predictibilidad”.
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El psiquiatra circunscribe un tipo de conducta dinámica a una definición estática y taxativa… y el socius lo hace tras él, con él. De ésta manera la reclusión y el aislamiento se repiten “abajo”. Comienza la autoperpetuación. En cada casa, de ahora en más, habitará un psiquiatra vigía preparado para estigmatizar y reterritorializar lo que ahora se llama “la conducta loca”. Así el disciplinamiento se da de arriba hacia abajo (del licenciado psiquiatra al socius) y luego transversalmente de lado a lado (de socius a socius) constituyendo una red tentacular en la que se ejerce pleno control mutuo (en la sociedad disciplinaria predomina la determinación psiquiátrica-socius, mientras que en las sociedad actuales de control se deja todo librado a la determinación socius-socius). Todos somos policías. De ahí el delirio del protagonista de “Insania”, se cree loco, luego cree merecer el manicomio. El loco se sabe loco pues carga en su bolsillo el DSM. Lo preexisten las coordenadas de normalidad a las que no puede adecuarse… Artaud no entra en el diván. La esquizofrenia funciona así como una amenaza permanente, un límite a no traspasar. Todo un meta-mandamiento, una extralegalidad, un afuera que se delimita desde adentro, desde una mala conciencia atosigante.
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Las arqueologías foucaulteanas permiten visualizar los derroteros históricos del uso de la locura, el uso coercitivo de la inecuación esquizofrénica: el loco ha sido el hereje, el endemoniado, el blasfemo, el inmoral, el perverso, el ilícito, el hijo rebelde, el narciso… no nos equivocamos al decir que efectivamente cada uno de ellos estuvo loco. Cada cual fue victima de la impresión significante, cada uno fue genuinamente denunciado como insano. Es la codificación que llega hasta lo huesos y planta verdad. Y, por otro lado, sin embargo… ¡Nunca hemos visto un esquizo!
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bibliografía:
- "Toda representación es represión" Giles Deleuze y Felix Guattari. "El antiedipo", Ed. Paidos, Buenos Aires, 2005 Pág 190
- "La naturaleza es un fantasma de la cultura" Philippe Sollers Sade, "Filósofo de la perversión", Ed. Grafio, Uruguay, 1968.
- "Los caballos no ladran y si un caballo ladrase no nos enteraríamos porque los caballos no ladran". Julio Cortázar, "Ultimo Round", Ed. Siglo veintiuno. México, 1969
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Nota publicada en Patrañas del deseo 3º época, año 5 Nº 6. Septiembre de 2007. escrita por Cristian Bazzara/estudiante de Psicología U.B.A.

lunes, 16 de noviembre de 2009

IV CONGRESO MARPLATENSE DE PSICOLOGÍA

La Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata, invita a participar del IV Congreso Marplatense de psicología, de alcance nacional e internacional “Identidades sociales, Psicología y Comunidad”
A realizarse los días 3, 4 y 5 de Diciembre de 2009, en la Ciudad de Mar del Plata

Los ideales sociales hoy, el replegamiento de los lazos sociales a los lazos familiares, la aparente insuficiencia de los ideales actuales para la creación de proyectos cohersionadores, la reducción de los ideales en la constitución de los sujetos y como límite para el goce del cuerpo, son algunos de los temas que proponemos para éste IV Congreso Marplatense de Psicología.

Informes e inscripción
Universidad Nacional de Mar del Plata, Facultad de Psicología, Secretaría de Extensión.
Tel/Fax: (0223) 475-2266
e-mail: psiceytr@mdp.edu.ar
Funes 3280 Mar del Plata - Cuerpo V - Nivel II
Provincia de Buenos Aires - República Argntina

Fechas:
Las fechas de presentación de los resúmenes y trabajos completos para el IV Congreso Marplatense de Psicología se han prorrogado al 30/09 y 30/10 respectivamente. Esperamos contar con su participación.
Nota: no se pueden presentar más de dos trabajos por autor.

Formato de los trabajos:
Resumen; Letra Arial 12 - Sangría de 2,5cm - Interlineado de 1,5 - Extensión de 200 palabras como máximo
Trabajo Completo: Letra Arial 12 - Sangría de 2,5cm - Interlineado de 1,5 - Extensión: 6 carillas A4, Bibliografía aparte

Aranceles:

Hasta el 30/09/09

Hasta el 3/12/09

Docentes de esta Unidad Académica

$ 160

$ 200

Grupo de Docentes de ésta Unidad Académica

$ 140

$160

Graduados Universitarios

$ 200

$ 240

Grupos de 5 o más personas

$180

$200

Estudiantes de la Unidad Académica

Sin arancel

Sin arancel

Estudiantes de otras Universidades Nacionales

$ 30

$ 30

Grupos de estudiantes de otras universidades Nacionales, 5 o más miembros.

$ 25

$ 25

Estudiantes de otras Universidades

$ 60

$ 80

Áreas Temáticas IV Congreso Marplatense de Psicología

Psicología de los Procesos Básicos

Áreas temáticas

  • Investigación.
  • Problemas epistemológicos y ético-deontológicos.

Psicología Clínica y de la Salud

Áreas temáticas

  • Atención en Instituciones de Salud Mental.
  • Demandas actuales.
  • La investigación en la clínica actual.
  • Modos y estrategias de prevención.
  • Problemas epistemológicos y ético-deontológicos.

Psicología Jurídica y forense

Áreas temáticas

  • El psicólogo en el ámbito de las instituciones judiciales.
  • Multidiscursividad en la práctica de la Psicología jurídica.
  • Investigaciones en la Psicología jurídica.
  • Problemas epistemológicos y ético-deontológicos.

Psicología Social y Comunitaria

Áreas temáticas

  • Intervenciones en comunidad: el lugar del psicólogo.
  • Comunidad: O.Gs. y O.N.Gs.
  • La investigación en psicología institucional y comunitaria.
  • Problemas epistemológicos y ético-deontológicos.
  • Prevención.

Psicología de las Grupos

Áreas temáticas

  • Investigaciones actuales.
  • Nuevas prácticas e intervenciones.
  • Prevención
  • Problemas epistemológicos y ético-deontológicos

Psicología Laboral y Organizacional

Áreas temáticas

  • Salud y trabajo
  • El psicólogo en las organizaciones.
  • La investigación en el ámbito laboral.
  • Problemas epistemológicos y ético-deontológicos.
  • Prevención.

Psicología Educacional

Áreas temáticas

  • El lugar del psicólogo en la escuela
  • Aportes actuales a la Psicología de la educación.
  • La investigación en el ámbito educacional.
  • Prevención.
  • Problemas epistemológicos y ético-deontológicos.

Psicología del Deporte

Áreas temáticas

  • Investigaciones actuales.
  • Nuevas prácticas e intervenciones.
  • Prevención
  • Problemas epistemológicos y ético-deontológicos

Psicología Política y Económica

Áreas temáticas

  • Investigaciones actuales.
  • Nuevas prácticas e intervenciones.
  • Prevención
  • Problemas epistemológicos y ético-deontológicos

Psicología del Tránsito

Áreas temáticas

  • Investigaciones actuales.
  • Nuevas prácticas e intervenciones.
  • Prevención.
  • Problemas epistemológicos y ético-deontológicos

Psicología, Filosofía

Áreas temáticas

  • Investigación
  • Problemas Epistemológicos y ético - deontológicos

Universidad

Áreas temáticas

  • Formación del Psicólogo hoy: Grado y Postgrado.
  • Articulación Universidad – Comunidad: Extensión y Transferencia.
  • Investigaciones en la Universidad: Políticas y Problemas actuales.
  • Problemas epistemológicos y ético-deontológicos

Psicología y Problemáticas Sociales

Áreas temáticas

  • Problemas metodológicos
  • Experiencias en el campo comunitario
  • Prevención
  • Estrategias de intervención
  • Problemáticas Psicosociales
  • Investigación
  • Problemas epistemológicos y ético-deontológicos

Historia de la psicología y el Psicoanálisis

Áreas temáticas

  • Problemas metodológicos
  • Investigación

Neuropsicología

Áreas temáticas

  • Investigación
  • Problemas epistemológicos y ético deontológicos
  • Problemas metodológicos

domingo, 8 de noviembre de 2009

Frente de Artistas del Borda
25 años de Arte, Lucha y Resistencia

Jornada de festejo:
Martes 17 de noviembre de 17 a 21 hs.

Lugar:
Facultad de Psicología,
sede Independencia (en el Centro Cultural)

Actividades:
• Exposición de fotografía, plástica, música y teatro.
• Presentación del mural.
• Proyección de video.
• Mesa con docentes de la Facultad y artistas.


Invitan: Frente de Artistas del Borda, Cát. de
Psicología Preventiva, Prác. Prof. Salud
Mental y desinstitucionaliza ción,
Cát. de Epidemiología y otros

viernes, 6 de noviembre de 2009

Nietzsche: el buen escudriñador de los bajos fondos

Suponiendo que la verdad sea la mujer ¿no se nos ocurriría sospechar que los filósofos, en la medida en que han sido dogmáticos, han entendido poco a las mujeres?

La torpe insistencia que hasta hoy han desplegado, en la búsqueda de la verdad, son procedimientos inhábiles E: impropios para conquistar a una mujer.

Friedrich Nietzsche "Más allá del bien y del mal"



Friedrich Wilhem Nietzsche, filólogo y filósofo alemán, a través de sus diversas teorizaciones, ha realizado grandes y revolucionarios aportes a la humanidad toda subvirtiendo las nociones del platonismo, del ser y del capitalismo.

Hoy, más que nunca, revolotean por aquí y por allá sus aforismos convertidos en necias fórmulas, que sirven para las posturas más heterogéneas, desde la moral del abuso del poder al inmoralismo trivial, desde el desganado apasionamiento al esteticismo apasionado. Sin embargo, por sobre toda esta mediatización nietzscheneana, existen “velados”, ocultos tras el bullicio, toda una serie de pensamientos de gran valor y trascendencia.

Los griegos inventaron, de algún modo, la razón, el logos, una manera de construir la sabiduría. Si bien existen múltiples sabidurías, es la filosofía griega la que ha forjado, la que hace uso de la palabra del ser. En otras lenguas no existe esta posibilidad, lo que no las hace mejor o peor que otras, pero es justamente esta conceptualización platónica de la filosofía la que -gracias al colonialismo- se expandió por el mundo entero. Es la idea del ser específicamente europea la que rige nuestro devenir, y es eso lo que Nietzsche precisamente critica: intenta trastocar y subvertir el platonismo y dar cuenta de su decadencia.

En su escrito “El problema de Sócrates” comienza por realizar una ferviente crítica a la sabiduría clásica, en tanto no hace más que negar la vida, al querer enjuiciarla. Principalmente sostiene que Sócrates, al implantar la razón como tirano y hacer aparecer a la razón como libertadora, como el remedio que va a rescatar a los griegos del caos, no hace más que negar los instintos, los sentidos y, de algún modo, la vida misma. Es la razón la que permite la felicidad y la virtud, cualquier rendición a los instintos y a los apetitos oscuros es baja, rebaja la condición humana.

Nietzsche afirma que la razón de que Sócrates haya fascinado tanto a los atenienses con su dialéctica, no tiene otra explicación posible que pensar que todos los griegos era Sócrates; en tanto en todos ellos los instintos se hallaban en anarquía, habia exceso en todas partes y necesitaban una cura frente a su reinado, al que vivenciaban como un tirano y como un peligro universal. Había que inventar un contratirano, un enemigo que los acalle y allí es donde aparece la razón.

Sostiene, además, que querer combatir una tiranía con otra no es más que un signo de decadencia, es decir, querer combatir la decadencia es, en sí, decadente. De allí que Nietzsche sostiene que cualquier moral de perfeccionamiento es en realidad un error, en tanto no hace más que negar los sentidos y reemplazar por algo que contraria la vida. Nietzsche hablaba de un Sócrates feo (la belleza era un factor muy importante en la Grecia clásica), un ser lleno de segundas intenciones.

Con respecto a lo que Nietzsche denomina decadencia socrática, sostiene que debe existir una tensión entre lo que necesita ser negado y lo que necesita ser afirmado. Lo que necesita ser negado es la idea de un fundamento explicativo (Dios, la razón), y lo que se pone del lado de la afirmación es que el valor de la vida debe ser afirmado: lo que da en llamarse voluntad de poder. Debe haber tensión entre estas dos posturas antagónicas. Sostenerse en una de ellas es decadencia. Quien solo dice si o no, y no da lugar a tintes medios, anula la tensión que da cuenta de lo múltiple en lo vivo y, por lo tanto, es decadente en el sentido nietzscheano.

El acto de insultar a la razón o a Dios como fundamento explicativo es negar la vida, en tanto parecería que ésta no pudiera explicarse por sí sola, sino que necesitará de algo que lo confirme, que lo unifique, que lo reanima.

En “El crepúsculo de los ídolos”, Nietzsche se refiere a este rechazo que, desde la filosofía clásica, se ejerce sobre los sentidos, en tanto estos no hacen más que engañarnos acerca de lo que se denomina el mundo verdadero. Para Nietzsche, este mundo del que se habla, en contraposición con el mundo aparente, no es más que una farsa, una ficción, en negar el ser. No es más que un intento de vengar la vida con la esperanza de que habrá una vida distinta y mejor, solo accesible a los virtuosos, como si la vida no bastara por sí misma.

El mundo verdadero, dice Nietzsche, se ha construido sólo sobre la base de ponerlo en contraposición con el mundo real, es decir, que no es más que una ilusión óptico moral.

Retomando un texto de Foucault donde éste da cuenta de los avatares de las técnicas interpretativas a lo largo de las épocas, sostiene que es a partir del siglo XIX que la interpretación se vuelve infinita porque, si bien ya lo era en la Modernidad, se hallaba limitada en tanto se sostenía en la semejanza. Los signos comienzan a encadenarse en una red inagotable, infinita, y no porque descansen en una semejanza sin límites, sino porque existe una apertura irreductible.

El hecho de que la interpretación quede siempre al borde de sí misma, aparece en Nietzsche como el rechazo al “principio”, definido como comienzo de una serie. Es la distinción que él establece entre el comienzo y el origen (arje) -éste último como aquello que da una totalidad de sentido- lo que sostiene esta idea de una interpretación inalcanzable.

Nietzsche crítica a los filósofos que ponen al comienzo lo que en realidad viene al final, es decir, los conceptos que claman como “supremos”. Éstos no son sino los conceptos más generales, los más vacíos. Lo último, lo más tenue, la más vacío, es supuesto como causa en sí.

La hermenéutica contemporánea vislumbra que cuanto más lejos se va en la interpretación, más uno se acerca a una región peligrosa donde, no sólo la interpretación retrocede, sino que desaparece ella misma como interpretación, arrastrando quizás la desaparición del interprete. La interpretación debe dejar lugar a un punto de misterio, a una región inalcanzable, de ahí su carácter espiralado.

Si la interpretación no puede acabarse nunca es porque no hay nada qué interpretar, es decir, no hay nada absolutamente primario y originario. La crítica de Nietzsche de querer fundamentar la existencia toda de un ser superior que pugna por una renuncia de vida, en un intento claro de querer fundar algo primario a lo que se subordine todo el resto de la existencia misma, no avisa de esto.

En el fondo todo es interpretación, cada signo es en sí mismo interpretación de otros signos. La interpretación no hace más que apropiarse violentamente de una interpretación que ya está allí y a lo que debe destruir, cambiar a martillazos.

El martillo con el que Nietzsche derriba la colosal construcción occidental no es otro que el de un sutil detector de mentiras. Tras las verdades absolutas y universales del platonismo, tras las verdades neutras y objetivas del mundo científico, tras la moralina cristiana, no hay más que un silencioso huésped, que falsea constantemente la realidad, interpretándola para que se adapte a sus necesidades.

Por ello Nietzsche sostiene que toda gran filosofía es, de alguna manera, la confesión de su autor, no hay nada impersonal en ella, sino que en su moral se ofrece un testimonio de quién es. Quién habla, quién dice la verdad, quién se oculta tras ella y quién se beneficia, es lo que debemos preguntarnos. Lo que plantea Nietzsche como método genealógico, como búsqueda del origen, no es otra cosa que este detector de mentiras, puesto que, tras las verdades absolutas, no hay más que un juego de fuerzas que falsean la realidad, un disfraz que interpreta todo de acuerdo con nuestros peculiares intereses vitales.

De la misma manera que Nietzsche se apropia de interpretaciones que son, a su vez, apropiaciones de otras interpretaciones, no hay para Nietzsche un significado original. Las palabras en sí mismas no son interpretaciones, no hay para él un significado original. Las palabras en sí mismas no son interpretaciones, ellas interpretas antes de ser signos. Según Nietzsche las palabras fueron inventadas por las clases superiores, por lo tanto, ellas no indican un significado, sino que imponen una interpretación (en el caso de Occidente, imponen una interpretación burguesa, adaptada a las necesidades de la oferta y la demanda).

Es decir que no es porque haya signos primeros y enigmáticos que debamos interpretar, sino que lo hacemos porque no deja de haber interpretaciones por debajo de lo que se habla.

Son alegorías y la hipononia las que hacen las palabras y es por eso que en Nietzsche, el intérprete es auténtico, el que posee la verdad, porque pronuncia la verdad que toda verdad tiene por función recubrir, es decir, desenmascara aquello que está vedado. La primacía debe recaer sobre éste último y no sobre lo interpretado, y es la identificación entre el intérprete (el sujeto que interroga como “obra” aquí presente) y el autor propiamente dicho la que lleva, finalmente, a la verdad comprensiva de su obra. El signo es una máscara, tiene la función de ocultador, y es así como pierde su condición de simple significante que lo caracterizó en el Renacimiento.

La interpretación se encuentra en la obligación de interpretarse a sí misma hasta el infinito, de retomarse siempre por lo que no se interpreta. El principio de la interpretación no es más que el intérprete y de allí se parte. La interpretación tiene que interpretarse siempre ella misma y no puede dejar de volverse sobre sí. De allí el peligro de creer que haya signos primeros, como marcas coherentes, sistemáticas y pertinentes, a las cuales alcanzar.

Nietzsche realiza una ruptura muy profunda con toda la moral cristiana, con el platonismo, con todas las concepciones interpretativas que caracterizaban a su época y, principalmente, con la idea de afirmar la existencia de un fundamento explicativo, dejando marcas en el mito del fundamento occidental, que aún persisten.

Finalmente, Nietzsche, el personaje, ha sido definido de modos heterogéneos a lo largo de los tiempos. Hay quienes ven en Nietzsche un pesimista, un depresivo, un insano; hay quienes lo tildan de anarquista, de racista, de socialista; y están lo otros que lo catalogan como misógino, sexista. Por último están quienes lo elevan al trono de sabio o de profeta.

Pero ¿no hay detrás de estas definiciones heterogéneas interpretaciones particulares? ¿No deberíamos preguntarnos a qué intereses responde y quién lo define de tal o cuál manera? ¿No es, acaso, esa misma máscara, de la que Nietzsche nos habla, la que usamos para convertir sus palabras en una sorda cantinela?

Por Griselda Gallino / Estudiante de Psicología (U.B.A.). En Revista Patrañas del deseo 3º época, N:º 4, Septiembre de 2005


martes, 3 de noviembre de 2009

ADOPTANDO CON EL ENEMIGO*




Había una vez una mujer que tuvo una crisis de ansiedad con ideas de suicidio cuando se enteró que era adoptiva. Una madrina, que tenía un lejano parentesco conmigo, consiguió mi teléfono y me llamó con llamativa insistencia para que la entrevistara. Debo reconocer, al modo de la confesión contratransferencial , que la situación me fastidiaba. En principio, me fastidian las urgencias. Cuando hacia guardias, prefería escribir hasta las cuatro o cinco de la mañana que ser despertado en medio de la noche por una enfermera que secretamente disfrutaba interrumpir el reposo del médico. La insistencia era tal que a pesar mío les di un turno a ultísima hora. En el consultorio, con la paciente en estado de angustia total, la madrina que insistía en el lejano parentesco, en una maniobra seguramente destinada a licuar los honorarios, tuve que apelar primero a la disociación instrumental, luego a una lisa y llana esquizoidia.

El relato, salpicado de llantos, suspiros, quejidos, estornudos, etc, era mas o menos así. La paciente se había enterado por interpósita persona que era adoptada. Según el relato, la madre la había entregado apenas recién nacida a una familia mas o menos pudiente de la ciudad. Luego se eclipsó. Como es habitual, fue un secreto a voces menos para la interesada a quien siempre se le ocultó el origen. Al momento de la consulta, hacía 24 horas que la nueva información le había llegado, provocando el terrible estado de ansiedad por el cual consultaba. Es la primera vez que escribo sobre esta situación. Mi intervención fue mas o menos la siguiente: que ella había escuchado el relato al revés. Porque yo por el contrario lo que había escuchado era la dolorosa historia de una mujer que no quiso abortar, utilizando los mecanismos tan crueles a los cuales se ven obligadas las mujeres humildes ante la imposibilidad de hacerlo en establecimientos sanitarios, la historia de una mujer que no quiso matar a su bebé, que no quiso dejar al recién nacido en cualquier lugar para que muriera, sino que, en la mas absoluta soledad, vaya uno a saber sosteniendo que angustias y que dolores, la dejó en el mejor lugar que encontró para que la cuidaran de la mejor manera. Y que ella era muy afortunada, porque a diferencia de la mayoría de las personas había tenido dos madres que la habían amado mucho. Y que por eso estaba conmigo pudiendo contar todo eso, estaba viva y había sido muy bien cuidada siempre. Tiempo después me enteré que este tipo de intervención se denomina “reversión de la perspectiva”.

En ese momento, todo estuvo originado en mi fastidio. No debo negar el análisis de mi propia implicación. Lo que resultó increíble para mi es que funcionó. En 48 horas, mucho menos que el tiempo necesario para que hiciera efecto el antidepresivo de moda que le receté, la paciente no solamente había superado el estado de ansiedad y tristeza, sino que estaba de muy buen ánimo. Cuando la volví a entrevistar a la semana, mi fastidio también había desaparecido. Era evidente que algo se reorganizó, que el mismo conflicto ahora tenía una forma diferente de expresarse. Bueno, al final todos comimos perdices.

Quizá por eso y solamente por eso traigo esta referencia clínica. Desde mi horizonte teórico y político actual, puedo decir que la adopción está capturada por los modos superyoicos de producción de subjetividad. La derecha sostiene, con firmeza y crueldad, que lo legal siempre es legítimo. Y la izquierda no alcanza el poder necesario para que lo legítimo sea legal. Por lo tanto la legalidad del origen está sostenida desde la biología, fuente de toda razón y justicia. La adopción enfrenta este mandamiento represor. Por lo tanto el Estado, que se ocupa que la mujer siga pariendo con dolor, también se ocupa que se adopte con dolor. El tramiterío legal está organizado como castigo, en vez de ser apenas un manual de procedimientos. La genitora tenía el derecho durante un año y medio, creo que ahora son seis meses, de reclamar su producto. Con lo cual parir sin deseo tiene un estatuto superior que desear sin parir. El Estado, que no tiene absolutamente ninguna política destinada a la salud integral materno infantil, que deja en el mas absoluto desamparo a la familia en sus necesidad básicas, siempre insatisfechas, que de la falta de lo superfluo siempre llega a la carencia de lo necesario, se dedica a obstaculizar un mecanismo de reparación del hijo y de los padres que es la adopción. Pero sostener la primacía de lo biológico sobre lo cultural, es quizá la última pero quizá la mas poderosa imagen de la sagrada familia patriarcal. Queda soldada una reaccionaria ecuación. Si es parido es adoptado. Desde ya, el maltrato, abuso, abandono de los niños desmiente a sonoras voces que la legitimidad biológica sea garantía integral de algo. Todo bebé debe ser adoptado, incluso los de origen biológico. Y el nivel fundante de la adopción es el deseo. El deseo de tenerlo está muchas veces ausente pero por la absoluta falta de programas de control de la natalidad y procreación responsable, el bebe llega igual. A que llega, es otro problema. Pero el cuerpo de mi cuerpo y sangre de mi sangre se impone como legalidad y legitimidad suprema.

Creo que hay que relacionar las increíbles trabas a la adopción con la penalización del aborto. Y la falta de políticas de anticoncepción en escala sanitaria. Quiero decir que para los modos de producción superyoica de la subjetividad todo debe ser un castigo. El embarazo, el parto, el puerperio, la crianza, la adopción, el control de la natalidad. Todo debe organizarse como sufrimiento, dolor y muerte. La adopción intenta superar este mandato, y pone como único fundante el deseo del hijo, más allá o mas acá de la determinación biológica. La imposibilidad biológica, por la razón que sea, puede ser superada por el desarrollo de los mecanismos yoicos de producción de subjetividad. Es decir, de una cultura del deseo. El verdadero amor. Pero la cientificidad represora nos va a explicar con sofisticadas teorías que solamente la heterosexualidad, especialmente sostenida desde los cuerpos genitalmente discriminados, tiene el derecho a la crianza de los hijos. Ninguna matanza de los hijos, ningún filicidio orgánicamente planificado, puede desmentir que la única verdad es la realidad biológica. Las denominadas minorías sexuales, expulsadas de toda valoración por las moralinas y dobles morales neovictorianas, no tienen derecho a reclamar su lugar como matrices deseantes. Ningún vínculo puede constituirse en útero simbólico del deseo de un hijo. Las minorías sexuales deberán conformarse con la ley del deseo, pero no deberán aspirar al deseo de la ley. La Ley de los abogados, de los magistrados, de los médicos, tendrá que justificar con todo tipo de artimaña que para que papá y mamá me amen, papá tiene pito y mamá tiene ventanita florida. Los modelos identificatorios válidos solamente son macho y hembra, con pecados concebidos, pero solamente con pecados heterosexuales. Monogámicos y reproductivos. Los demás pecados van al tacho de la historia social, familiar e individual. Creo por lo tanto que la institución de la adopción es un analizador de los modos deseantes o culpógenos con los cuales se organiza la creación y crianza de los hijos.

Un psicoanálisis implicado, como analizador de la cultura, deberá develar como el Superyó captura la adopción, para limitarla a parejas heterosexuales, siempre tratando de mortificarlas todo lo posible, incluso solteros o solteras, pero que al menos son heterosexuales aunque no tengan el despliegue de toda la potencialidad, pero que nunca deberán las sexualidades contra natura disponer de esa bendición de la naturaleza que es el bebé. Lo que natura no da….que la cultura represora no lo preste. Paradojas del deseo: quizá la lucha por la despenalización del aborto sea la misma lucha contra la penalización encubierta de la adopción. Y entonces serán las personas GLTTTBI las únicas que sostengan la definitiva unión de legitimidad y legalidad. De la ley del deseo y del deseo de la ley. De la cultura erótica del cuerpo y del cuerpo de la cultura deseante. Arrancar a los hijos de los territorios feudales de la sagrada familia represora será una política de liberación tan necesaria como todas las demás. Entonces, solo entonces, no seguiremos adoptando con el enemigo.


*Artículo de Alfredo Grande (alfredo@carlosgrande.com)